c Con casi 40 años de experiencia profesional en lo digital educativo, Jean-François Cerisier ha desarrollado una reconocida experiencia, que pone al servicio de proyectos de evaluación de políticas públicas para diversos ministerios y organismos de evaluación.
Jean-François Cerisier introduce su discurso compartiendo su perplejidad ante el título de esta conferencia inaugural: “¡El uso cotidiano de lo digital en clase es negativo!” debe entenderse en un segundo grado. Aunque está formulado de manera afirmativa y con un signo de exclamación, merece ser interpretado como una pregunta, una invitación a la reflexión. Para comprender mejor esta cuestión, propone un título alternativo que exprese más claramente esta matización: “¿Se ha convertido lo digital en lo cotidiano en una nueva norma escolar?”
Recuerda que su día a día como investigador consiste en tratar de entender cómo se encajan cuadrados en círculos, cómo los actores de la educación integran las herramientas digitales en sus prácticas cotidianas. Se interesa particularmente en las representaciones que cada uno tiene de lo digital, en cómo estas representaciones influyen en los usos reales y observa regularmente una gran brecha entre las intenciones y las prácticas efectivas, lo que les lleva a cuestionar las razones de esta discordancia. Su hipótesis es que las representaciones individuales y colectivas de lo digital juegan un papel central en la forma en que lo concebimos y lo implementamos en el día a día de la experiencia escolar.
Lo digital en la vida diaria en clase
Jean-François Cerisier distingue dos conceptos clave: la vida diaria, que es la realidad empírica, fáctica, de lo que ocurre día tras día en clase, y la cotidianeidad, que caracteriza la manera en que esta experiencia diaria es vivida e interpretada por cada uno. La cotidianeidad es central en la elaboración iterativa de la vida diaria, cada día influye en la construcción del siguiente. Henri Lefebvre, sociólogo y filósofo francés, mostró brillantemente en su obra Crítica de la vida cotidiana que las actividades aparentemente anodinas de la vida diaria revelan en realidad la estructura profunda de las elecciones políticas y sociales.
De hecho, lo digital se integra cada vez más en la vida diaria en las aulas, planteando numerosas preguntas sobre cómo esta nueva realidad es vivida e interpretada por los diferentes actores, ya sean maestros o alumnos. Esta vida diaria digital, lejos de ser uniforme, se caracteriza por su diversidad y heterogeneidad, variando de una clase a otra y de un día a otro. Se compone de una mezcla compleja de serenidad y urgencia, de estructuración e improvisación, así como de rituales e inventiva. Cada experiencia vivida en este marco digital es determinante para moldear la del día siguiente. Aunque a menudo se asocia con la idea de lo ordinario y la rutina, la vida diaria digital resulta ser mucho más compleja, escapando a toda banalidad. La omnipresencia de lo digital en la sociedad impacta directamente en el funcionamiento de las clases, donde las prácticas digitales de los estudiantes transforman el acceso a la información y cuestionan los fundamentos de la forma escolar tradicional. Este uso de lo digital en clase también plantea cuestiones éticas y profesionales para los maestros, que deben navegar entre las prescripciones institucionales, las realidades del terreno y las necesidades específicas de sus alumnos. En esta cuestión de la vida diaria digital en clase, se encuentra una intersección entre lo familiar y lo desconocido, que es una definición clásica de lo cotidiano.
La noción de lo ordinario aplicada a lo digital en clase muestra al investigador que incluso actividades aparentemente banales, como el pase de lista, revelan en realidad elecciones políticas y sociales profundas. Se pueden confrontar dos visiones de la vida diaria digital: una visión pesimista, inspirada por Pierre Bourdieu y Michel Foucault, que subraya el riesgo de alienación y la dominación de las instituciones, y una visión optimista, basada en los trabajos de Michel de Certeau y Pierre Lévy, que percibe lo digital como una herramienta de emancipación y subversión pedagógica, ofreciendo a los maestros la posibilidad de “hackear” el sistema.
Emancipación y Alienación
La omnipresencia de lo digital en la escuela cuestiona el papel del maestro, obligándolo a una constante adaptación. Confrontado con las prácticas digitales de los estudiantes, incluidas aquellas que a menudo permanecen ocultas, debe integrarlas hábilmente en su pedagogía. Encontrar un equilibrio entre las prescripciones institucionales y su libertad pedagógica es complejo, requiere una adaptación al contexto específico de su clase y el uso de tácticas para sortear las limitaciones. Además, el maestro debe demostrar ética profesional al crear experiencias de aprendizaje efectivas mientras asegura un uso ético, responsable y crítico de lo digital, sin perjudicar a los estudiantes.
Jean-François Cerisier subraya que lo digital puede ser un vector de emancipación para los maestros, permitiéndoles liberarse de ciertas limitaciones e innovar pedagógicamente. Habla de “hackers pedagógicos” y de “subversión pedagógica” para ilustrar esta idea, apoyándose en los trabajos de Michel de Certeau sobre La invención de lo cotidiano y la importancia del “bricolaje” y la “caza furtiva” para apropiarse de las herramientas y normas. Este fenómeno también se observa en los estudiantes, futuros maestros, que utilizan herramientas digitales para colaborar y compartir recursos, demostrando así un uso colectivo y emancipador de lo digital.
Al mismo tiempo, el investigador advierte sobre los riesgos de alienación, mencionando en particular la influencia de las empresas digitales en las prácticas pedagógicas, la sobrecarga de trabajo relacionada con los sistemas de información y el peligro de una excesiva individualización del aprendizaje. Insiste en la necesidad de una reflexión ética sobre el uso de lo digital en el entorno escolar, subrayando que el uso de ciertos softwares, como los sistemas de gestión educativa y los softwares de aprendizaje adaptativo, plantea importantes cuestiones éticas: riesgo de mayor vigilancia y control, carga de trabajo adicional para los maestros, fragmentación de la experiencia educativa, acentuación de las desigualdades y debilitamiento de la lógica colectiva de la escuela. Además, pone de relieve la brecha entre las aplicaciones digitales diseñadas para la escuela y las que utilizan los estudiantes en su vida diaria, a menudo percibidas como más atractivas y eficaces, cuestionando la capacidad de la escuela para adaptarse a esta realidad y ofrecer herramientas digitales realmente estimulantes para los estudiantes.
Jean-François Cerisier subraya la responsabilidad del maestro en el uso de lo digital en la escuela, insistiendo en la importancia de la libertad pedagógica y la capacidad del maestro para apropiarse de las herramientas digitales y alinearlas con sus objetivos pedagógicos. Recuerda que la ley Fillon de 2005 inscribe esta libertad pedagógica en la legislación. También destaca la necesidad de que los maestros construyan lo digital cotidiano aprovechando su potencial emancipador mientras evitan las trampas de la alienación. Se apoya en los trabajos de Guy le Boterf, que subrayan la importancia del “saber actuar”, del “poder actuar” y del “querer actuar” en el desarrollo de las competencias docentes. Esto implica realmente formar a los maestros, proporcionarles suficientes medios materiales y un reencantamiento del oficio si es necesario.
Un ordinario que enmascara una profunda transformación
La educación está atravesando una profunda transformación, marcada por una redefinición radical del acceso a la información. La desintermediación progresiva del maestro, antaño único poseedor del conocimiento, trastoca las relaciones tradicionales entre este y sus alumnos. Estos últimos, hiperconectados, ahora pueden recurrir a un océano de información, que supera con creces el marco escolar. Esta inflación de información, con formatos y contenidos múltiples, cuestiona el modelo educativo tradicional, basado en una transmisión lineal de conocimientos.
La supuesta neutralidad de las tecnologías digitales también está siendo cuestionada: las herramientas digitales, por sus características propias, moldean el aprendizaje y las formas de pensar. El uso de herramientas digitales modifica las actividades de aprendizaje y transforma al estudiante. De hecho, las decisiones de las empresas digitales, guiadas por lógicas de mercado y beneficio, influyen fuertemente en la vida diaria digital de maestros y alumnos. Estas características propias de los servicios digitales influyen en el aprendizaje (cf. los trabajos de Daniel Peraya sobre la mediación instrumental), es crucial analizar la influencia de los softwares en las prácticas pedagógicas. Frente a estas transformaciones, los maestros se enfrentan a un desafío mayor: acompañar a sus alumnos en esta nueva realidad informacional, desarrollando nuevas competencias para ayudarlos a navegar, evaluar y utilizar de manera crítica esta abundancia de datos.
El uso de lo digital ha modificado profundamente las prácticas educativas y la vida cotidiana de los alumnos y maestros. Si bien la individualización de los recorridos de aprendizaje es una realidad ineludible, es esencial no perder de vista la importancia de la dimensión colectiva de la escuela. Esta conferencia ha demostrado que el futuro de la escuela reside en la capacidad de conciliar estos dos aspectos. El maestro, como mediador, desempeña un papel clave en esta transición: debe ser capaz de guiar a los alumnos en el uso de las herramientas digitales, fomentando al mismo tiempo el intercambio y la colaboración. El éxito de esta transformación dependerá de nuestra capacidad colectiva, incluyendo actores en el terreno, instituciones, investigadores y empresas EdTech, para aprovechar lo que es emancipador mientras evitamos, en la medida de lo posible, las alienaciones.
Esta síntesis ha sido redactada por Stéphanie de Vanssay en colaboración honesta con la IA a través de las herramientas Dicte.AI, ChatGPT-4o, Perplexity y Gemini.