Hablar de la atención en clase no es hablar de un detalle, sino de un recurso central para aprender.
Ese es el mensaje transmitido por André Tricot, profesor de psicología cognitiva en la Universidad de Montpellier, investigador reconocido en temas de aprendizaje y enseñanza. Participó en la conferencia inaugural de la universidad de verano de LUDOVIA, en su 22ª edición, que tuvo lugar del 25 al 28 de agosto pasado en Ax-les-Thermes, bajo el tema “Atención y participación en clase y entorno digital”.
Sus trabajos, utilizados con frecuencia en la formación del profesorado, iluminan un desafío concreto: ¿cómo movilizar la atención de los alumnos en tareas escolares que exigen mucho más que una simple adaptación al entorno?
De los aprendizajes «naturales» a los aprendizajes escolares
André Tricot recuerda una distinción esencial. Los seres humanos, como todas las especies animales, poseen una capacidad de aprendizaje por adaptación al entorno: aprender es adaptarse. Estos aprendizajes llamados primarios(hablar, reconocer rostros, categorizar animales…) son no controlados, no voluntarios, automáticos. No requieren una decisión consciente de aprender ni una atención particular.
Por el contrario, los aprendizajes secundarios –leer, escribir, hacer matemáticas– son muy recientes en la escala de la historia humana. Nuestro cerebro no ha evolucionado para que podamos adquirir estos conocimientos por simple exposición.
Precisamente ahí radica el papel de la escuela, y en este contexto, la atención se vuelve crucial: es ella la que permite procesar información abstracta, transferir conocimientos y generalizarlos. Sin ella, los saberes permanecen aislados.
Atención y compromiso: dos caras de una misma moneda
La atención no se impone. Sigue al compromiso. Un estudio de referencia (Chi & Wylie, 2014) distingue cuatro niveles de compromiso en clase:
- Pasivo (escuchar, copiar),
- Activo (subrayar, repetir),
- Constructivo (inferir, resumir, reformular),
- Interactivo (discutir, co-construir).
Los resultados son claros: cuanto mayor es el nivel de compromiso, mayor es la atención y más eficaz es el aprendizaje.
Ejemplo revelador: en 26 de 28 estudios, redactar un resumen de un texto produce una mejor comprensión que la simple lectura.
Limitar las distracciones para liberar recursos
La teoría de la carga cognitiva de John Sweller muestra que los alumnos disponen de recursos limitados. Todo lo que interfiere con la tarea (ruido, instrucciones mal diseñadas, información superflua) desvía la atención. De ahí algunos resultados sólidos, confirmados por decenas de estudios:
- Integrar texto e imagen para evitar la “atención dividida”, por ejemplo, usar un esquema con leyendas en lugar de una ilustración acompañada de texto (especialmente útil para principiantes).
- Proporcionar problemas ya resueltos al inicio del aprendizaje, para reducir el esfuerzo inicial.
- Facilitar la cooperación en grupo (guías, referencias), ya que, de lo contrario, la atención se pierde en la organización y no en el aprendizaje.
- Eliminar lo innecesario (por ejemplo, la música de fondo).
- Reactivar conocimientos previos para liberar espacio atencional.
Estas estrategias no son simples trucos: muestran cómo concebir las situaciones de enseñanza como entornos de atención orientada hacia el significado.
Lo digital: una herramienta exigente
Las herramientas digitales, muy presentes en las investigaciones recientes, ofrecen oportunidades… y trampas.
- Videos pedagógicos: pueden saturar a los alumnos o dar una ilusión de facilidad. Una serie de experimentos demuestra que añadir pausas muy breves en los videos aumenta considerablemente los resultados (+33 % de aprendizaje), mucho más que los sofisticados dispositivos de guía visual.
- Realidad virtual: resultados contrastados. Un estudio en medicina muestra que el escenario activo (donde el estudiante explora el entorno virtual por sí mismo) funciona mejor que el pasivo, pero… el escenario pasivo también resulta eficaz. Lo importante es cómo la tarea moviliza la atención en lo esencial y estimula la motivación intrínseca.
Un mensaje para docentes y formadores
La atención no es un interruptor que se enciende. Se gana a través del sentido y se alimenta de la participación.
Comprometer a los alumnos y estudiantes en tareas donde construyen, reformulan, discuten y conectan con los saberes ya adquiridos maximiza sus recursos atencionales.
André Tricot lo recuerda: las tecnologías pueden ayudar, pero la pedagogía sigue siendo central.
Los docentes tienen un papel insustituible: diseñar situaciones que eleven el nivel de compromiso.
Tanto para la formación como para el aula, la conclusión es clara: cuanto más se sitúe a los alumnos en una postura de participación activa y significativa, más se agudiza su atención y más sólido se vuelve su aprendizaje.
Artículo y síntesis realizados por Stéphanie De Vanssay

